sábado, 27 de abril de 2024

“La identidad: un desafío del pasado que nos aguarda en el futuro”. Fernando Doural y su intento de “Resistencia da fala”

Argentina DOCUMENTAL. Fernando Doural y Rocío Moser. Tarde de café y lluvia
Fernando Doural y Rocío Moser. Un café en la tarde de Buenos Aires, ( 2024)

En una lluviosa tarde de otoño porteño, sentada en un tradicional café de una esquina de Buenos Aires esperaba a Fernando Doural Gutiérrez. Sabía que era el realizador de un documental a estrenarse, cuyo título había logrado interesarme lo suficiente como para conocer a su autor.  

“Santiago, a resistencia da fala”, precedido de la frase “seremos alguén” traspasó mis sentidos e hizo contacto con alguna de mis inquietudes acerca de la identidad, la lengua y la emigración. Yo soy gallega, me digo, pero no aprendí a hablar gallego, porque no estuve viviendo donde nací. Estudié algo hace unos años, con Carlos Rodríguez Brandeiro, un lujo de profesor y con Carolina Silva Aranda, una maestra de vocación y aunque logré escribir con bastante acierto textos simples, es verdad que cuando quiero hablar en mi lengua, (porque en ella pronuncié mis primeras palabras, aunque no las recuerde), cuando pretendo hablar siento que suena tan distinto a lo que escucho en la comarca, a lo que oigo de boca de mis profesores, a lo que hablan en las series y films que me siento amordazada y cambio el “chip”, me paso al castellano rioplatense.  

Argentina DOCUMENTAL Afiche

No importa, me diría Brandeiro, lo haces como puedes, es tan válido el “galego porteño”, como cualquier otro, el único “galego” incorrecto es el que no se habla. Es cierto, acuerdo con este concepto, pero me sueno “rara” a mí propio oído, y cuando voy a mi tierra incorporo alguna palabra de manera cómplice, pero no fluidamente. Por eso leer la frase “A resistencia da fala” reavivó  mis propias dudas, inquietudes, preguntas por resolver. 

Mientras estos pensamientos me daban vueltas, llegaron Fernando y Rocío, después supe que era Rocío Belén Moser González, una joven productora. Ella que, al igual que Fernando, también cambió la supuesta vocación técnica por la social, estudia Producción y dirección para radio y televisión. Fue quien, como una Ariadna de gaita y pandereta, le ayudó a Fernando a encontrar el hilo conductor, especialmente durante la etapa de montaje.  

Argentina DOCUMENTAL Rocío y sus padres, Omar Moser y Marisol González. 1999. Centro Galicia ( Olivos) (1)
Rocío con sus padres Omar y Marisol, en el Centro Galicia de Olivos

Me sorprende Rocío, quien a poco de hablar, se me presenta nacida en Argentina pero con identidad muy gallega, proveniente de sus padres, de sus abuelos maternos especialmente, de sus estudios de danzas gallegas tempranos, a los cuatro años, en el Centro Galicia y luego en la Sociedad de Vedra. Ella tenía una fuerte relación con lo gallego, tanto que en los colegios “era la rara” -comenta- porque en vez de bailar folklore argentino o cantar temas de moda, cantaba y bailaba canciones del repertorio tradicional gallego. Cuando viajó a Galicia se encontró con que en las fiestas de las aldeas sonaban más los temas del momento, de moda en Latinoamérica, que los tradicionales. “Allí cantaban las canciones de Gilda, yo no entendía nada”, me dice.  

Argentina DOCUMENTAL. Rocío en el rodaje
Rocío en el rodaje del documental

En Rocío, que venía de una “galleguidad” cerrada, endogámica, por su cercanía con los abuelos y con los centros de la colectividad, el documental fue una excusa para acercar lo gallego a la sociedad, o sea difundir la cultura de sus raíces en su entorno, desde un lugar teórico, simbólico, fuera de los estereotipos estigmatizantes.  

Argentina DOCUMENTAL. Fernando ( 1981) con su papá José Antonio (1)
Fernando con su padre José Antonio, en 1981

Fernando, en cambio, refleja el típico hijo de inmigrantes que se integró, estudió y se hizo adulto en la más pura cultura argentina. “Solo recuerdo como un “recuncho” gallego los domingos en Tapiales. Allí, notaba extrañado desde niño, que todos, incluso mis padres, hablaban de otra forma.  

María del Carmen Gutiérrez y José Antonio Doural, llegados a la Argentina a principios de la década de 1950, se conocieron en los tradicionales bailes del centro lucense, pero nunca frecuentaron demasiado la colectividad ni las asociaciones, aunque como no podía ser de otra manera yo nací en el Hospital Español.    

Ellos, reafirma, en esos domingos de Tapiales (lugar de los alrededores de la ciudad de Buenos Aires) en que se juntaban a pasar el día y hacer el asado con los amigos y paisanos “falaban galego”. Por entonces no me lo planteé, pero algo debe haber quedado anidado en mi interior, para que tantos años después esos recuerdos me asaltaran y entendiera que hablar su lengua era vivir en su tierra. Dejaban el castellano y entraban en el gallego, sin proponérselo, como una manera de reproducir el entorno, una forma de no haber emigrado”. 

Argentina DOCUMENTAL . 2018. Fernando Doural, su esposa e hijos en el Instituto Santiago Apóstol
Fernando Doural con su familia en el Instituto Santiago Apóstol

Fernando es el cuarto de cinco hermanos y como en tantas historias de la inmigración, su familia vivió en un conventillo, luego en Quilmes, y por último recalaron en el microcentro, cuando tenía una fisonomía que no es la actual. Fue a la escuela primaria y secundaria, en parte pública y estatal, en parte confesional, según los lugares y las condiciones. Luego eligió la rama industrial del colegio secundario en el Huergo y, como Rocío que también es técnica, dicen, “en todo técnico anida un futuro artista”.  

Fernando se inscribió en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde se licenció y años después obtuvo su título de profesor, que hoy ejerce entre otras actividades, todas vinculadas con la comunicación, en especial la tecnología educativa. 

Como tantos, tampoco en esto fue original, en el 2001 la crisis “del corralito” lo llevó a desandar el camino de sus padres, solo que no fue a Galicia, sino a Barcelona, donde ya residía un hermano mayor, allí llegó con su hijo Ezequiel de 6 meses, y allí nació 4 años después su hija Candela.  

Regresó en el 2007, con sus dos hijos y su esposa. Su departamento estaba en Villa Luro, y al buscar colegio, voces amigas le hablaron de las bondades del Colegio Argentino-Gallego Santiago Apóstol. Allí concurrieron sus hijos, Ezequiel y Candela, y fue ésta quien disparó la idea del documental, la identidad y la lengua… cuando contó lo que le preguntaba su abuela, ¿de dónde eres? Y ella contestaba: soy catalana, porque nací en Barcelona, pero solo estuve un año, soy argentina porque vivo aquí, y... soy gallega, porque así lo siento, por mi abuela y porque en el colegio hablamos gallego y estudiamos las costumbres y la cultura de Galicia, y conocemos su historia y su geografía… 

La simiente anidaba ya en la mente y el corazón de Fernando, quien comenzó a preguntarse qué sucedía con la identidad, con el efecto de ese Colegio que integraba entre sus alumnos a descendientes de gallegos, pero también a argentinos de varias generaciones y lo que era más sorprendente a muchos niños de la colectividad coreana, tal vez por la ubicación, que coincide con lugares de inserción laboral y comercial de este grupo. No olvidemos que Argentina, en especial Buenos Aires, es una tierra de inmigrantes, tan plurales y diversos que es frecuente encontrar un coreano o un descendiente de bolivianos o de asturianos en los patios del Colegio, o entonando el himno junto a las banderas. 

Argentina DOCUMENTALRodaje, testimonio de Carolina Silva Aranda
Fernando rodando un testimonio, el de Carolina Silva, para el documental

Este documental, con el acompañamiento de un numeroso grupo de profesionales, nació en el 2021 siguió gestándose en el año 2022, y la compaginación y detalles corresponden al 2023, en que Rocío puso su mano, con algunas escenas y sobre todo al buscar el hilo que uniera esas filmaciones, que fueron encontrando el sentido que estaba claro en la mente y el corazón de Fernando:  “La incidencia del Colegio en la formación de la identidad, porque en esa escuela no solo se estudia y habla gallego, sino que se prepara un viaje a Galicia al finalizar los estudios, se baila y se canta, y si bien “no se hace” un “gallego” pero si nace otra forma de ser gallego, la de la alumna coreana, la del asturiano, la de la argentina nacida en Barcelona”. 

“Me encontré con lo que veía en Tapiales, en aquellos domingos de “aldea”, en el suburbio de Buenos Aires. Esa esencia la volví a hallar en el Colegio.  

Este  documental, que nació con un objetivo y se fue nutriendo de lo que encontramos en la investigación, es la historia de la sobrevida de lo gallego, distinto, diferente, de otra forma, pero sobrevive. Resiste, y me pregunto… ¿esa resistencia es también resistir con cambios, estirarse? ¿Se resiste para no sucumbir y hasta dónde se resiste adaptándose?”. 

El café se ha terminado y la tormenta, por suerte, aún no se desató. Miramos el cielo, cuajado de nubes, y se nos cruza una frase conocida: “si chove, deixa chover”. 

Me despido pensando en que la identidad de quienes pusieron por nombre a sus emprendimientos “Orballo”, “Lume” y Bodhrán está más que definida, se habrá forjado en el Colegio, en los días de Tapiales, en las clases de danzas, en las historias de los abuelos, no lo sé, ni lo saben, como toda construcción simbólica me deja más dudas y preguntas que respuestas.  

Esas preguntas tal vez podamos despejarlas cuando veamos el documental.

Son los desafíos para el futuro, en el cual sin duda “seremos alguén”

Celia Otero Ledo